La importancia de enseñar idiomas a los niños
Sin lugar a dudas, aprender un idioma desde niño es de suma importancia. El hecho de aprender una lengua que no es la propia, abre la mente. Se incorporan, no meramente palabras desconocidas, sino otro modo de elaborar las frases, y como si esto fuese poco, otro modo de pensar, pues hay que hacerlo “en otro idioma”.Se adquiere un conocimiento que no sólo abrirá caminos laborales en un futuro y puertas en todo el mundo, sino que además, ayudará al niño a ampliar su conocimiento general y su pensamiento.
La capacidad del cerebro humano para aprender una lengua está en pleno potencial durante sus primeros años de vida. Esto no sólo es válido en el caso de la lengua materna, sino también en lo que se refiere a la adquisición de un segundo idioma, teniendo en cuenta que el potencial cerebral para aprender idiomas se hace presente desde los primeros meses de vida.
Los últimos estudios han demostrado que el cerebro usa el mismo mecanismo de aprendizaje para diferentes idiomas cuando se realiza a temprana edad. Si esta habilidad no es utilizada, el potencial irá decayendo paulatinamente.
Pero la explicación es tanto fisiológica como psicológica. Los niños pequeños no tienen miedo de los sonidos, tienen una gran capacidad para imitarlos y hasta se divierten haciéndolo. Cuando llegan a la pubertad, afloran los miedos al ridículo, y temen arriesgarse. Quieren que los vean como expertos, y no quieren equivocarse. En cambio, cuando son pequeños, todo es nuevo y están dispuestos a aprender y probar. En cuanto al acento, cuánto más pequeños son, menos acento nativo conservarán. Al aprender de mayores, resulta muy fácil adquirir vocabulario, pero el acento permanece marcado. En definitiva cuesta más trabajo aprender un segundo idioma después de la adolescencia.
Por su experiencia docente, además, los últimos descubrimientos de los educadores concluyen que cuánto más pequeños sean introducidos los niños a un idioma extranjero, mejor será para ellos en el futuro y es que parece ser que los resultados escolares en general de los alumnos mejoran al ser expuestos a otra cultura o manera de pensar. Los niños aprenden mejor a comunicarse, escuchan y responden correctamente, y su autoconfianza es mayor. Tienden, además, a poseer una mayor flexibilidad intelectual, que se demuestra en las técnicas de resolución de problemas y creatividad.
Asimismo, un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell (EE.UU) han elaborado un complejo estudio de cuyos resultados se desprende que el éxito en el aprendizaje de una segunda lengua no depende de cuánto tiempo la persona lo ha estado hablando sino desde cuándo lo empezó a hablar.
Cuanto más pequeño, el idioma extranjero pareciera reducirse a palabras nuevas y sueltas, pero con el tiempo y la continuidad, ese aprendizaje se incorpora en una forma concreta y empieza a ser parte de lo cotidiano.
El hecho de saber idiomas y en especial inglés, introduce al niño en el mundo globalizado en que vivimos. Un niño que maneja inglés puede leer las instrucciones de juegos, celulares, cámaras y toda la tecnología que hoy es parte de la vida. Puede entender la letra de las canciones que escucha, es capaz de ver una película en su idioma original. En otras palabras, se inserta en el mundo actual con más armas para interpretarlo y ser protagonista. Pueda viajar y no sentirse desorientado o inseguro y en capaz también de comunicarse con cualquier persona en diferentes partes del mundo.
Aprender un idioma abre puertas, derriba barreras, borra límites y por sobre todo enriquece a la persona.
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